Vamos a empezar definiendo qué entendemos por suelo pélvico,ya que no es un término muy extendido.
Está formado por toda una serie de músculos y ligamentos que cuelgan desde los huesos de la pelvis y cierran el suelo abdominal. Su función es mantener la vejiga, el útero y el recto en la posición correcta. Las capas musculares son más gruesas en la zona del perineo, que es donde están los orificios de uretra, vagina y ano. Si el suelo pélvico se debilita, puede provocar incontinencia urinaria, disfunción sexual y hasta prolapsos (la caída de los órganos intrabdominales).
Como acabamos de ver, si el suelo pélvico se ve debilitado, es muy importante fortalecerlo. Entre otras cosas para conseguir evitar la incontinencia urinaria, que empeora todavía más con el peso del bebé sobre la vejiga según avanzan los meses. También facilitaremos el momento del parto, ya que evitamos más los desgarros, y por tanto, más el dolor, llegando a evitar la episiotomía. Conseguiremos también incrementar el flujo sanguíneo en la zona rectal, curando más rápido un posible desgarro y reduciendo las posibilidades de sufrir hemorroides en un futuro.
También tenemos otra serie de objetivos más secundarios que podemos conseguir si fortalecemos el suelo pélvico, como es evitar la incontinencia urinaria si nos estamos riendo, tosiendo o saltando. Podemos mejorar el placer sexual tras parir, ya que puede verse algo disminuido.