“La caries rampante tiene un efecto fulminante. En dos semanas puede acabar con los dientes. Suele producirse entre los 4 y los 8 años”, asegura Lourdes García-Payo, ondontóloga.
La caries rampante aparece como consecuencia de una práctica, un tanto habitual hasta hace bien poco, de los padres de dar a su hijo el biberón o el chupete mojando la tetina de estos en azúcar. Se creía y todavía se cree que haciendo esto los niños se relajan y tranquilizan y de esta manera es, pues, más fácil darles de comer. Este azúcar queda impregnado en los dientes de los bebés y puede acarrear el pequeños serias enfermedades.
Los efectos de esta caries rampante es fulminante y acaba con la dentadura, es más, el pequeño puede llegar a perder sus piezas dentales. Tambié puede provocar infecciones de garganta y abscesos en encías. Del mismo modo, puede derivar en también en problemas digestivos graves.
Además de todo esto, los residuos que queden en la boca del pequeño pueden quedar albergados en la raíz de los dientes de leche y provocar así la desviación de los brotes dentales definitivos.
Según palabras de la odontólogo Lourdes-Garcia Pelayo, «Sería estupendo decir que tiene una solución pero su tratamiento es muy difícil ya que la única opción es la de extraer las piezas dentales».
Es por todo lo anteriormente expuesto por lo que los expertos insisten en fomentar los hábitos de higiene en los más pequeños desde temprana edad. Es muy bueno enseñarles desde muy pequeños a comenzar a utilizar el cepillo de dientes para que cuando puedan ya ingerir todo tipo de alimentos tengan totalmente asumida la higiene y cuidados de sus tesoros más valiosos, sus dientes.
La caries es uno de los principales problemas bucales en personas de todas las edades, causada por la mala higiene bucal. En los niños es muy importante tratar este problema para higiene y buena salud.