Una de las batallas que una madre pierde diariamente con su bebé, es la de conseguir que no se meta las cosas en la boca. Cuando tratamos de prohibirles este hábito sólo pensamos en bacterias, enfermedades y suciedad, sin plantearnos que para ellos el hecho de chupar y morder algo, va más allá de eso.
La boca de un bebé tiene más terminaciones nerviosas por milímetro cuadrado que cualquier otra parte de su cuerpo, por eso, si realmente quiere saber cómo sabe algo o su textura, se lo lleva a la boca. Si a esto le sumas que durante los 3 primeros años de vida tu hijo tiene que sufrir la salida de los dientes, es muy posible que meterse las cosas a la boca sea lo único que le alivie el dolor.
Consejo; mucha paciencia. Además de que tu bebé necesita saciar su curiosidad, de alguna manera enfrentarse a tanta «suciedad» le hará conseguir un sistema inmune mucho más fuerte. En todo caso, lavarles las manos con asiduidad y mantener limpios los juguetes, ayudará a calmar el horror de ver como tu bebé se mete todo a la boca sin control.
Llegados los 2 años este hábito se va relajando, en esta etapa, se sienten más interesados en lo que sus juguetes pueden hacer, y no tanto por el gusto o sensación que puedan darles. Con la llegada de los 3 años la mayoría de los niños dejan ya de llevarse las cosas a la boca.