Desde el principio estamos muy concienciadas de saber que cuando nos enteramos de que estamos embarazadas debemos cuidarnos al máximo hasta el momento mágico del parto. Las visitas al médico deben ser continuadas y también las pruebas. Lo más importante es conservar y cuidar la salud tanto de la madre como del bebé o bebés.
Sin embargo, los médicos recomiendan un chequeo previo para comprobar que todo está bien. Haremos un resumen de este chequeo previo. ¡Atentas chicas! ¡Prevenir es curar!
Prueba de transaminasas, fosfatasa alcalina, pruebas de coagulación. Un estudio de función renal: urea y creatinina. Importante también saber el grupo sanguíneo y el factor Rh para evitar problemas de incompatibilidad materno-fetal. Una citología cérvico-vaginal.
Es importante también realizar una serología de la rubeola para controlar el grado de inmunización de la rubeola. Es también saber el si la madre es inmune a la toxoplasmosis. Un hemograma completo también es necesario.
El ginecólogo también recomienda a la futura madre que se realice unas pruebas para diagnosticar una eventual anemia, definir su tipología y averiguar la causa. Además de todo esto, se deben realizar también unas pruebas ya esta vez más concretas dependiendo de los antecedentes de la futura madre.
Es decir, si existen antecedentes familiares de la madre o de los familiares, el ginecólogo puede pedir otros test vinculados a estas relaciones genéticas. Ya después de todo esto, y en función de los resultados extraídos, el ginecólogo será el encargado de orientar a la futura madre de los tratamientos, cuidados y pasos a seguir para conseguir un embarazo y mantenerse sana ella y su futuro hijo durante estos nueves maravillosos meses de gestación.