El término Bullying viene del inglés, significa intimidación. Muy a nuestro pesar es una palabra que se ha puesto de moda debido a los innúmeros casos de persecución y de agresiones que se están detectando en las escuelas y colegios, y que están llevando a muchos escolares a vivir aterrados.
El Bullying engloba todas las formas de actitudes agresivas, intencionadas y repetidas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más estudiantes contra otro u otros. El que ejerce el bullying lo hace para imponer su poder sobre el otro, a través de constantes amenazas, insultos, agresiones, vejaciones, etc., y así tenerlo bajo su completo dominio a lo largo de meses e incluso años. El maltrato intimidatorio provoca en el niño dolor, angustia, miedo, a tal punto que, en algunos casos, puede llevarle a consecuencias devastadoras como el suicidio.
En España se estima que un 1,6% de los niños y jóvenes estudiantes sufren por este fenómeno de manera constante y que un 5,7% lo vive esporádicamente. Los datos varían en función de la fuente de la que procedan y del enfoque manejado a la hora de estudiar el fenómeno.
En mi opinión siempre han existido los abusones pero quizá en estos tiempos que corren, en los que los profesores y los padres han perdido autoridad frente a los niños que hacen suyo el lema de «a río revuelto ganancia de pescadores», se han incrementado numerosamente los casos de bullying. Opino que la sociedad materialista, superficial y falta de valores en la que vivimos es el perfecto caldo de cultivo para unos hechos que dejan secuelas debido a una agresividad en los menores no tiene precedentes.
Eduquemos a nuestros hijos con unos valores de respeto hacia los demás, de aceptación de cada uno tal y como es y enseñémosles a no reír las gracias de los abusones dándoles la seguridad de que no participar en las agresiones y denunciar a los agresores es la forma correcta de actúar. Demostremos a nuestros hijos que vivir una infancia feliz no es una utopía.