Es muy importante que, desde que nace hasta que el ombligo se desprende, mantener una higiene correcta y sin humedad en la zona, impidiendo que se ensucie con las heces y la orina del bebé extremando siempre los cuidados del ombligo. Para ello hay que procurar que el pañal no cubra la zona del ombligo, y si fuera necesario, doblar el borde superior del pañal para evitarlo.
También es conveniente curarlo con alcohol de 70 grados al menos dos veces al día, siendo una de ellas tras el baño. Una correcta aplicación es, levantando el apéndice o muñón, pero sin estirar, pudiendo curar la zona de transición entre el alcohol y la piel normal. No se debe dejar la gasa de protección mojada en alcohol, pues le podría irritar. cuidado_ombligo.jpg
Algunos pediatras recomiendan para la cura del ombligo durante los primeros días, que se utilice un antiséptico como la clorhexidina tras el alcohol o como sustituto, pero también hay otros que prefieren no poner nada. En lo que están todos de acuerdo, es en que hay que prescindir de los productos con yodo, ya que su absorción podría influir en la función del tiroides.
La mercromina tampoco se utiliza, pues su color dificulta la valoración del estado del ombligo y además, de mayores podrían padecer dermatitis de contacto por alergia al mercurio.
Es posible que accidentalmente se ensucie con las heces, entonces debe lavarse bien con agua y jabón y secarlo muy bien después para aplicarle a continuación el alcohol o el antiséptico que recomiende el pediatra. Es poco frecuente que se infecte el ombligo, pero si esto sucediera, podría expandirse rápidamente en el recién nacido, por ello, si se detectara pus, secreciones amarillentas y con mal olor, enrojecimiento o si notaras que al bebé le duele cuando le tocas, hay que llevarlo rápidamente al especialista.
Una vez que el cordón se haya caído, todavía hay riesgo de infección mientras el ombligo no haya cicatrizado completamente, por eso se debe seguir extremando la higiene y sus cuidados, hasta que la gasa que lo cubre, aparezca limpia dos o tres días seguidos. Si el ombligo de tu bebé es de los llamados “ombligos amnióticos”, es decir, que queda hundido y la piel no sobresale, debes tener más cura de él, pues está menos ventilado y observaras su estado con mayor dificultad.
Una vez que haya cicatrizado completamente, ya lo podrás lavar tranquilamente, separando sus pliegues para una máxima higiene pero siempre a continuación, secándolo bien.