A veces cuando se le lleva la contraria al niño, este empieza a tener un llanto espasmódico que a veces va un poco más allá, lo que los médicos llaman «apnea del llanto» (apnea significa suspensión de la respiración): llora, grita y contiene la respiración; luego se pone pálido y puede llegar a adquirir una tonalidad casi cianótica (se pone morado). Se le afloja el cuerpo y, a veces, pierde el conocimiento unos segundos; con ello se distiende y luego recupera la respiración normal: vuelve en sí y pronto recupera el color y el tono normales.
Cuando esto sucede es muy difícil mantener la calma por eso es tan importante saber en qué consiste, por qué sucede y como prevenirla.
El llanto espasmódico o apnea del llanto suele ser frecuente entre el año y los 3 años. Si se producen de forma muy espectacular, conviene saber que no provocan ninguna secuela, ya que la respiración no se interrumpe nunca por mucho rato y siempre vuelve a iniciarse espontáneamente.
Las crisis de este tipo indican que el niño está sometido a un conflicto interno intenso. Es muy difícil actuar con la dosis adecuada de autoridad puesto que los padres tenemos solamente nuestro punto de vista y lo que para nosotros carece de importancia o es justo, si nuestro hijo no entiende el motivo de la reprimenda o negativa a algo, puede causarle un sentimiento desolador que le causará un gran disgusto. Los padres deben, pues, tenerlo en cuenta, pero sin ceder ante todo lo que el niño quiere con la intención de evitar esta clase de reacción extrema. La forma de actuar correcta es rodearlo de afecto, mostrarse comprensivos pero sin renunciar a la autoridad, puesto que, para sentirse seguro y reconfortado, el niño también necesita comprobar que los padres le imponen límites.