La siesta, una de las costumbres más arraigadas en España, es obligatoria y necesaria para los niños. Los pediatras recomiendan que, hasta por lo menos los 4 años, los niños deben echarse la siesta porque, para ellos, este momento es un momento de descanso en el que reponen fuerzas, mejoran su circulación sanguínea, ayudan a su actividad cerebral, previenen el estrés y aumentan la capacidad de aprendizaje. Por todo ello, ahora que llega el verano, los padres tienen que intentar conseguir que sus hijos duerman la siesta como lo han estado haciendo hasta ahora en el colegio.
Para que la siesta sea beneficiosa para los pequeños, se debe respetar siempre un horario. El mejor momento para que duerman la siesta es después de comer, entre la una y media o dos aproximadamente, ya que los alimentos y la digestión predisponen al organismo a descansar.
Además de lo anterior, hay que seguir unos hábitos de comportamiento:
El niño debe dormir la siesta siempre en SU cama. No le dejes que lo haga en el sillón o en vuestra cama, sino querrá dormir ahí también por la noche.
Si le cuesta dormir, un masaje en la espalda le ayudará y relajará. Otra opción sería leerle un cuento.
La habitación donde se va a echar la siesta debe estar en penumbra, no a oscuras. De esta manera, el pequeño aprende a diferenciar entre descanso diurno y nocturno.
No es necesario que le pongas el pijama. Será suficiente con que lleve ropa cómoda.
Despiértale con cariño y suavidad.
Si consigues que duerma su ratito de siesta verás como al pequeño lo notas descansado de la actividad de la mañana y preparado y con fuerzas para afrontar la tarde. Por eso, los niños que no consiguen dormir la siesta se muestran mucho más irritables durante la tarde.