El ritual de acostarse es algo muy importante para los niños. Si lo metes en la cama y le apagas la luz inmediatamente y te vas, lo más normal es que tu hijo odie la hora de irse a la cama y no pare de dar vueltas y llorar hasta que cae dormido por agotamiento por miedo a cerrar los ojos.
A partir del final del primer año de vida, a los bebés les cuesta aceptar que no va a estar todo el tiempo pegado a sus padres y que hay un momento en el que los juegos se acaban y hay que irse a dormir.
Para que el niño lo acepte tienes que llevarlo a su cama sin dramas, como parte de otro juego «tranquilito».
Lo importante es que el irse a la cama no lo vea como algo extraño y preámbulo de quedarse solo en la oscuridad.
Para ello puedes cantarle una canción, contarle un cuento, en fin, cualquier cosa con la que el niño permanezca en la cama sin alterarlo para qué el mismo se vaya encontrando más a gusto en ella y vea que el momento de irse a la cama es el momento en el que papá o mamá hacen algo especial y le guste ese momento.
Algo que funciona muy bien es darle un objeto exclusivo para irse a dormir. Muñecas de trapo, mantitas, en fin es cuestión de probar.