Cuando, tras el parto, llegamos a casa con nuestro bebé o bebés los padres estamos siempre muy preocupados porque tenemos miedo a no hacerlo bien, o a que de manera indirecta podamos hacer daño al recién nacido, que parece tan frágil. Todos los cuidados para nuestro bebé o bebés nos parecen pocos y nunca lo suficientemente buenos; pues hay que relajarse.
Debemos pensar que los niños son más fuertes de lo que parecen y que debemos observar de que manera «manejan» a los bebés las matronas, pediatras, etc. Una de las preocupaciones de los padres, de las primeras, es el miedo a la muerte súbita mientras duermen.
Por eso, siempre se ha recalcado la idea de que el niño debe dormir boca arriba, ya que esta postura ayuda a prevenir la muerte súbita, pero, sin embargo, expertos recomiendan que es aconsejable que durante el tiempo que estén despiertos, varíen esta postura, y los padres les coloquen boca abajo.
Al colocarles boca abajo, los pequeños refuerzan su musculatura y dan los primeros pasos para sostener la cabeza, favoreciendo, de esta forma, su deesarrollo motor. Según estudios, se considera que existe una relación inversa entre la incidencia de bebés con la cabeza plana y el hábito de ponerles boca abajo desde los primeros meses de vida.
Por todo ello, es aconsejable que durante el ratito que están despierto, y siempre bajo la atenta y protectora mirada de los padres, colocar a nuestros niños boca abajo. Al principio, su cabecita les pesa y no pueden mantenerla herguida, de ahí, que tengamos que estar pendientes de que no caigan con la cabecita hacia adelante y no puedan respirar.
Así pues, si durante el día conseguís variar su postura notaréis como el pequeño, que a esa edad avanza y evoluciona a pasos agigantados, va cogiendo fuerza en la cabecita y también en los brazos, algo que le vendrá muy bien a la hora de gatear.