Demostrado queda que a los bebés menores de 6 meses les encantan los espejos. Demostrado queda a través de un estudio que realizó el psicólogo Lewis, que antes del primer año el niño intuye de alguna manera que la imagen que aparece reflejada en el espejo tiene algo que ver con él.
No cabe pues, ninguna duda, de que el espejo ayuda a los pequeños a adquirir la noción del «yo». Es bueno pues que tu hijo cuente con un espejo en el que poder mirarse y que pueda tocar, que le sirva como un juego y con el que pueda jugar. De sobras queda apuntar que debe ser siempre un espejo que no pueda romperse para evitar así cualquier tipo de altercado o susto.
También es muy buena idea colocar un espejo en la pared desde donde se refleje su cambiador o en su habitación o en la zona donde habitualmente lo cambias o vistes, él estará entretenido porque se verá reflejado y tú tranquila porque podrás cambiarle muchísimo mejor, además te servirá como decoración para la habitación del bebé. Déjale que se mire en el espejo de tu dormitorio, para que así se vea de cuerpo entero y vaya, poco a poco, adquiriendo la noción de sí mismo, en cuanto a su aspecto físico.
Y aunque no lo creais también existe otro «espejo» que también le ayuda a adquirir esa noción del «yo» y esa eres tú, mami. A través de tus gestos, expresiones, tono de voz, comportamiento tu hijo sabe y aprende cuando tiene hambre o sueño, está contento o cansado.
No será hasta su segundo año de vida cuando sepa descubrir por sí mismo su propia imagen reflejada en el espejo. ¿A que son unos datos curiosos y muy interesantes?