En general, a los bebés se les suele taponar la nariz en muchas ocasiones. Sabemos que los mocos son buenos y necesarios para proteger al organismo, pero a la vez pueden entorpecer al bebé para comer, respirar y dormir. De hecho, si los mocos se llegasen a infectar, pueden producir faringitis o sinusitis.
Hay que saber que la humedad es buena para la descongestión nasal. Así que si no vivimos en la playa, los humidificadores son buenos aparatos, sobre todo si tiene calefacción en casa (que secan el aire).
¿Cómo se los podemos quitar nosotros? Ponemos al niño boca arriba, le ladeamos la cabeza, y le damos suero fisiológico, que es un humedecedor de las fosas nasales (como el humidificador). Esto es lo que se llama un lavado nasal.
El proceso anterior generará las secreciones, que ahora hay que sacar con alguno de estos métodos:
– Aspirador nasal de cánula: el mejor para los más pequeños. Colocamos un extremo en la nariz del bebé y otro en nuestra boca. Aspiramos, y las secreciones se van a quedar en el medio del tubo.
– Aspirador nasal ergonómico o perita: es fácil de usar pero algo menos efectivo que el anterior. Apretamos la parte de goma, la metemos en una de las fosas, y se va soltando. Taparemos la otra fosa para hacer presión.
– Pinzas nasales: para los mocos secos. Son seguras, ya que cuentan con un tope que impide meterlo demasiado en la nariz.
– NO usemos los bastoncillos, podemos hacer daño al bebé al no calcular bien.