Por medio del juego, los niños empiezan a comprender cómo funcionan las cosas, lo que puede o no hacerse con ellas, descubren que existen reglas de causalidad, de probabilidad y de conducta que deben aceptarse si quieren que los demás jueguen con ellos.
Los juegos de los niños deberían considerarse como sus actos más serios, decía Montaigne. El juego espontáneo está lleno de significado porque surge con motivo de procesos internos que aunque nosotros no entendamos debemos respetar. Si se desea conocer a los niños -su mundo consciente e inconsciente- es necesario comprender sus juegos; observando éstos descubrimos sus adquisiciones evolutivas, sus inquietudes, sus miedos, aquellas necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuentran salida a través del juego.
Ten en cuenta que el juego:
- – Es necesario para el desarrollo intelectual, emocional y social.
- – Permite tres funciones básicas de la maduración psíquica: la asimilación, comprensión y adaptación de la realidad externa
- – Exige ofrecer al niño el tiempo y los medios favorables para que lo pueda realizar a su modo.
- – Favorece las adquisiciones sociales tempranas, las habilidades de comunicación social. Es una preparación para la vida adulta.
- – Como conducta exploratoria, impulsa la creación de campos de acción y la creatividad.
- – Tiene un sentido para el niño. Cuando se le interrumpe cualquier juego, se le priva del desenlace de un argumento creado por él mismo con una finalidad que no siempre alcanzamos a comprender.
Es muy bueno que dejes jugar a tus hijos libremente, deja que sean ellos los que reinventen los juegos, que hagan sus normas… A veces, consideramos que «jugar por jugar» es una perdida de tiempo y que sería más rentable aprovechar todas las ocasiones para aprender algo útil.