Tras el parto debido a la contracción del útero para volver a su posición habitual en la pelvis se producen unos dolores llamados entuertos.
Son una respuesta fisiológica normal para reducir el sangrado genital mediante la contractura del músculo uterino. De este modo se consiguen cerrar las venas que nutrían a la placenta cuando estaba inserta dentro del útero durante la gestación.
Tras el nacimiento del bebé, el útero tiene una forma redondeada y una mayor consistencia debido a que se está contrayendo. Mide unos 18 centímetros de largo y pesa alrededor de 900 gramos. Con el paso de los días, el útero va reduciéndose hasta alcanzar su tamaño y peso normales.
A partir del segundo parto los entuertos pueden ser más dolorosos porque la musculatura uterina está más flácida. También son más intensos y frecuentes durante la lactancia materna ya que la succión del niño provoca la liberación de oxitocina, una hormona que estimula las contracciones uterinas y de los conductos de canalización de la leche dentro de la mama, propiciando la «subida de la leche».
Tranquila, el dolor suele desaparecer al cabo de 5 o 6 días. En caso contrario debes acudir al médico para que te realice una exploración y determine si existe o no alguna anomalía en el útero.