Cuando el embarazo va por la semana 34, estamos en una de las etapas finales y ya ante un bebé casi formado del todo. Sólo faltan los últimos «retoques» para que el bebé pueda salir a la vida real, como sus huesos, que todavía son demasiado blandos y flexibles; su sistema nervioso central o sus pulmones. Lo importante es que si se diera el caso de que el bebé nace por estas fechas (en caso de un parto prematuro), no habría en principio ningún problema y el bebé podría salir adelante.
Por estas fechas, la madre ya siente al niño en su totalidad dentro de ella, y tiene ya una barriga considerable (y lo peor de todo para una mujer, dos kilos más de peso). La piel del niño empieza a perder el pelo que antes la cubría, y empieza a aumentar su volumen por la presencia del vérnix caseoso, que es una sustancia casi toda compuesta de grasa que sirve de protección y de «aceite» para expulsar al niño hacia afuera en el parto.
El niño ya posee ritmos circadianos de sueño y vigilia como nosotros, y cuando está despierto se mueve bastante y la madre lo nota. Puede tener hasta hipo. Todo esto lo podemos ver en las ecografías, incluso al bebé chupándose el dedo.
Durante este tiempo la madre empieza a experimentar los síntomas más molestos del embarazo, como el cansancio o malas digestiones. Si el niño está a punto de salir y tiene la cabeza preparada y en la posición exacta, también sentirán dolor de pelvis. Pueden aparecer las primeras contracciones.