Todos sabemos que el alcohol y el tabaco no son buenos aliados de nuestro organismo, pero cuando estamos embarazadas estos efectos se vuelven mucho más dañinos. Ya no se trata sólo de nuestro cuerpo, sino que tenemos dentro una responsabilidad mayor y es el organismo de nuestro bebé.
Son cientos los datos y estudios que aseguran que el humo del tabaco está relacionado con la mayoría de las complicaciones que se dan durante la gestación, como embarazos extrauterinos o ectópico, abortos espontáneos, placenta previa, desprendimiento de la placenta, sangrados vaginales o parto prematuro.
El humo que se inhala al fumar expone al bebé a sustancia como la nicotina, el monóxido de carbono y otras toxinas que pueden afectar tanto a su desarrollo físico como cerebral. Los estudios aseguran que el bebé de una embarazada que fume , pesará como media unos 226 gramos menos. Estos casi 300 gramos pueden parecer algo sin importancia pero la verdad es que es muy serio. Nacer con poco peso puede conllevar enfermedades, discapacidades e incluso la muerte del recién nacido.
Y algo de lo que se habla muy amenudo, la muerte súbita de los recién nacidos, pues bien, fumar durante la gestación también aumenta el peligro de que el bebé pueda sufrir este síndrome.
Si eres fumadora y quieres tener un bebé, es buen momento para dejarlo, habla con tu ginecólogo o médico de cabecera, ellos te aconsejarán cual es la mejor manera.