Desde que tu bebé ha llegado a este mundo, no te has separado de él casi ni un segundo. Día y noche pendiente de sus necesidades, sin poder descansar como lo hacías antes y echando de menos a veces un poco de tiempo para tí… A partir de los seis meses es posible que empieces a recuperar algo de tu intimidad si te propones a trasladar por fin, a tu bebé a su habitación. Seguro que sólo pensar en ello te hace entrar en conflictos contigo misma… quieres recuperar algo de intimidad pero a la vez sientes que ya lo estás echando de menos (y eso que todavía duerme en tu habitación) y temes las noches separada de tu bebé. A medida que pasan los meses la parte de tí que necesita intimidad y descansar va ganando a la otra, en la medida que ya te has acostumbrado a las noches en vela, el ritmo de tu bebé y ya tienes la seguridad de que aún estando en otra habitación los cuidados hacia tu bebé no van a cambiar.
Esta es una tarea de los dos: de papá y de mamá. Cambiar al niño de vuestra habitación a la suya no tiene por qué resultaros demasiado complicado, siempre y cuando sigáis unas pautas y lo hagáis antes de que el pequeño cumpla su primer año.
A partir del sexto mes de vida de vuestro hijo es un momento estupendo para que empiece a dormir en su habitación.
Si retrasáis el traslado para después de su primer año, adoptar este hábito le resultará más complicado, pues no comprenderá por qué, de un día para otro, ya no os ve desde la cuna.
Las claves del éxito
Ahora bien, para que la mudanza a su habitación sea un éxito debéis tomar algunas precauciones:
- No debe coincidir con ninguna otra novedad importante para él, como el inicio en la guardería (durante el crecimiento, las novedades, si son de una en una, se asimilan mejor). Si va a ir a la guarde, trasladadle a su cuarto antes o hacedlo cuando ya esté adaptado. Y dejad el cambio de la cuna a la cama para cuando se sienta incómodo en la cuna, algo que de momento no ocurre.
- El traslado debe ser gradual. Para ello, antes de empezar a acostarle en su cuarto por la noche, acostumbradle a jugar y a echarse las siesta allí.
- Convertid su alcoba en un lugar entrañable para él. Para ello es esencial que la decoréis en tonos tenues (los colores chillones excitan), que evitéis cargarla de cosas (el desorden y la acumulación desconciertan) y que coloquéis allí algún objeto que estaba en vuestro dormitorio (un cuadro, un peluche, una mantita…), que le ayude a sentirse “como en casa”.