Es habitual oir, a partir del décimo mes de vida del bebé, que el niño no come bien. Pero la primera pregunta que hay que hacerse es ¿realmente el bebé no come bien? o ¿no como elo que la persona que le ha preparado la comida piensa que se iba a comer?
Es, pues, importante definir al «bebé inapetente». El bebé inapetente es el bebé que no quiere tomar ningún tipo de alimento, no existe ningún tipo de preparación que quiera comerse y tan sólo admite papilla y leche. El bebé que no es un «bebé inapetente» es un bebé que come de todo pero que lo toma en su justa medida, aunque a los adultos les parezca que ha ingerido poca cantidad de comida.
Esta situación puede deberse, a madres que trabajan fuera de casa, y son otros adultos los encargados de dar de comer a sus hijos. Por eso, es importante explicarles que aunque los niños toman una cantidad abundante de alimentos, ni mucho menos consumirán nunca la cantidad de alimento que podría ingerir un adulto. Por eso, la persona encargada de dar de comer al bebé debe entender que hay días en los que comerá más y otros en los que el bebé comerá menos.
Si el bebé es inapetente, para intentar que coma, es importante que le des pequeñas cantidades de muchos alimentos, para comprobar así cuál acepta más y mejor. No le prepares mezclas en las que no pueda distinguir los sabores de los alimentos.
El apetito del bebé, como el de los adultos, se estimula a partir del olor y sabor de los alimentos. Deben ser sabores suaves pero gustosos. Los quesos son una buena opción para derretir sobre purés o verduras; es un alimento que gusta a todos los niños y su olor es atrayente.
Es bueno esperar entre 10 y 15 minutos entre la comida y el postre. Este es el tiempo que el paladar cambia y es capaz de distinguir y saborerar sabores tan distintos como son la comida y el postre.