El capazo y el moisés son artículos de pequeño tamaño y ofrecen al bebé un espacio recogido para dormir que le aporta mucha seguridad. Los recién nacidos no soportan los grandes espacios, los pequeños les recuerda cuando estában en el útero materno y eso les tranquiliza.
Si finalmente os decidís por la cuna, os recomendamos que lo acostéis a los pies de la misma con las sábanas bien metidas debajo del colchón, porque así él puede tocar el piecero de la cuna, nota límites, se siente más seguro y coge mucho mejor el sueño.
Por sus dimensiones son ideales, sobre todo, para habitaciones pequeñas y lugares pequeños en los que no cabe una cuna o un carrito. Es pues muy práctico para transportar al bebé. Pero por sus reducidas medidas también es cierto que su funcionalidad es reducida, ya que deja de ser útil entre el tercer y el quinto mes de vida.
Los padres deben tener en cuenta que el capazo o el moisés no se puede utilizar en el automóvil ni están pensado para pasear con él. No es nada seguro.
Los capazos constan de una estructura de madera rígida con paredes de mimbre y dos asas, no más de 30 cm de alto, que permite trasladarlo de una habitación a otra.
Debe colocarse siempre sobre el suelo o dentro de la cuna de barrotes, nunca sobre una silla o mesa, es decir, nunca sobre una superficie elevada.
Las paredes del cuco deben estar cubiertas con un textil acolchado que eviten que el mimbre dañe la delicada piel del bebé. Es conveniente que se desenfunde con facilidad para lavarse más cómodamente.
La altura interior debe ser, como mínimo, de 27’5 cm, el colchón debe ajustarse perfectamente a los bordes del capazo (no más de 1 cm de separación) y las sábanas y coberturas deben tener un tamaño adecuado al espacio sin desbordar ni colgar peligrosamente.