Es evidente que existe una relación directa entre lo que los niños desayunan y el rendimiento físico e intelectual que reflejan a lo largo del día. Estudios demuestran que la ausencia del desayuno afecta a la capacidad cognitiva. Sin embargo, un buen desayuno tiene una influencia muy positiva sobre la capacidad de concentración y la memoria.
No desayunar bien a la hora que hay que hacerlo, por la mañana, puede suponer una ingesta excesiva al mediodía propiciando, con esto, hábitos alimenticios incorrectos. En la infancia es cuando se adoptan los primeros hábitos alimenticios del futuro adulto, por eso es muy importante hacer incapié en qué y cuándo comer.
El desayuno es la comida más importante del día y debe suponer el 25% del aporte energético diario. Para conseguir este aporte energético, el desayuno debe aportar una buena cantidad de energía, hidratos de carbono, calcio, vitaminas y fibra.
Un buen desayuno, o desayuno ideal debe estar compuesto por:
LÁCTEOS: Ayudan a cubrir las necesidades de calcio diarias y son además una buena fuente de proteínas.
CEREALES: Aportan la energía necesaria
FRUTA: Facilita la utilización de esta energía y es además una fuente de fibra y vitaminas.
Por todo lo anteriormente comentado, es muy importante que enseñemos y acostumbremos a nuestros hijos a que tomen un buen desayuno, saboreándolo y sin tener prisa. Debemos inculcarles que es la comida más imporante del día, que debe ser completa y que debemos dedicarle tiempo.