La almohada es un accesorio no recomendado y que produce riesgos para los bebés. Los pediatras no la aconsejan por muchos motivos, uno de ellos es que puede forzar la curvatura natural de su cuello, ya que al tener un cuello pequeño y la cabeza proporcionalmente más grande que el resto del cuerpo, el hombro no impide un apoyo adecuado. Otra de las causas más peligrosas para el lactante es la temida muerte súbita por ahogamiento, ya que en un momento dado, el lactante puede darse la vuelta y quedar tumbado boca abajo, obstruyendo sus vías respiratorias.
Por esto se recomienda que los bebés duerman en colchones lisos, con sabanas lisas y sin almohadas
Si el bebé al estar acostado necesitara estar un poco reclinado, tampoco es conveniente el uso de la almohada, es mucho mejor colocar una toalla bajo el colchón que eleve la mitad de su cuerpo y no sólo la cabeza. A medida que el pequeño va creciendo posiblemente demande el uso de una almohada, aunque lo mejor es seguir prescindiendo de ella. En algunos casos, si el bebé acostumbra a dormir de lado se podría permitir su uso, pero eligiendo una almohada adecuada para él. La almohada para un niño debe ser bastante finita o poco alta, que no sea muy blanda y que sea del mismo tamaño que la cama. Debe llevar una funda lavable de un tejido muy suave y los materiales, que cada vez hay más, se recomiendan de fibra, pues facilitan la respiración y la oxigenación.