Dar a luz es una experiencia muy fuerte, podría decirse que es la madre de todas las experiencias. Produce una multitud de cambios en una mujer, desde los físicos que todas las que han parido conocen, hasta los emocionales. El sistema racional-emocional de la madre se ve alterado, dependiendo de los casos en mayor o menor intensidad.
Hay un montón de preguntas que vamos a ir respondiendo respecto a este tema. ¿Cómo se siente una madre tras dar a luz? ¿Se ve igual a ella misma? ¿Cómo le ve a él, a su nuevo hijo? ¿Todas están tristes después del parto? ¿Es normal?
Aquí tenemos un gran problema: la distorsión existente entre lo que la madre esperaba, es decir, sus expectativas sobre la idealidad de un parto y la llegada de su hijo, y la realidad que se encuentran después.
Ese sentimiento maternal que ellas esperaban que llegaría como un hechizo mágico, no tiene porqué llegar. Igual no se siente tan feliz como esperaba, y puede sentirse culpable. Esto no tiene que ser preocupante, y hay que saber manejarlo y gestionarlo, ya que el amor y el cariño llegarán, poco a poco.
Hay mujeres a las que este proceso les va más despacio. No tiene porqué llegar todo con el primer contacto. El amor, va a ir forjándose a base del trato y la rutina con el nuevo miembro familiar. Así, con ese «poco a poco», iremos dándonos cuenta de lo que queremos al hijo y nos sentiremos unas verdaderas madres.
A todo esto se pueden sumar los efectos físicos que provocan los emocionales: insomnio, cansancio, falta de hambre o energía. Todos estos son indicios de la presencia del problema psicológico.
La pareja es un actor clave en este problema. Su apoyo y comprensión tiene que ser total para ayudar a mejorar el estado de ánimo de la mujer.