En estos últimos años, la tos ferina está siendo cada vez más presente. En la década del 2000 al 2010 se dieron 2,5 casos por 100.000, y ya en el 2011 la cifra se fue al 7,11 por los mismos 100.000. Eso creó cierta alarma, y se planteó la posibilidad de vacunar a las embarazadas para proteger a los futuros bebés. La idea sería vacunar a todas las mujeres embarazadas.
Resulta que en el 2012 en Reino Unido, 12 bebés murieron por causa de esta enfermedad, y fue un tema muy delicado y grave.
La realidad es que todos nosotros estamos vacunados contra la enfermedad, pero la protección que nos dieron en su momento es limitada, y vamos perdiendo la inmunidad.
Ahora la situación es que a los bebés les vacunan en varias ocasiones cuando son muy pequeños, a los 4-6 años se repite, y ahora están viendo incluso volver a ponerla a los 11-12.
El caso es que para evitar todo esto, salió la idea de vacunar a la mujer durante el embarazo. Se han realizado varios estudios sobre el tema. Se ha visto que los casos de la enfermedad se reducen hasta en un 33%, así como las hospitalizaciones y las muertes.
En Reino Unido, el coste de toda esta operación salió por 171 millones de euros.
Otra idea para que el bebé no se contagie, es vacunar a todas las personas de su entorno. La vacuna se pondría no sólo a la madre, sino también al padre. El gasto ya se iría a los 342 millones de euros. Si vacunamos a los abuelos, a los 513 millones de euros.
Al final, estas dos últimas estrategias son muy costosas, y si nos quedamos sólo en la mujer embarazada estamos siendo más eficientes.
La vacuna es totalmente segura, tanto para la madre como para el bebé.