Si se pone junto al abdomen una cinta grabada con la voz de mamá, la frecuencia cardíaca del bebé aumenta, mientras que si la grabación es de otra mujer, disminuye.
Pero escucha mucho más. Se sabe que el oído es uno de los sentidos que más evoluciona dentro del útero. El feto ya puede percibir sonidos procedentes de la madre o del exterior desde la semana 16 de embarazo, aunque los oídos no se desarrollan completamente hasta el sexto mes de gestación.
Lo manifiesta moviéndose como reacción a los latidos del corazón de su madre, los ruidos intestinales o el paso de la sangre a través del cordón umbilical. También se sobresalta con los portazos y se agita o se calma según la música que escucha. Se piensa que también debe percibir el ruido ecográfico del Doppler, ya que cuando se aplica se despierta y se mueve.
Además, se ha comprobado que los ruidos fuertes del exterior, que obviamente le llegan amortiguados por el líquido amniótico, le hacen reaccionar. Cuando se producen, cambia su frecuencia cardiaca o se mueve dando vueltas, extendiendo y encogiendo brazos y piernas o abriendo y cerrando los ojos.