Cuando la mujer llega a casa con su bebé o bebés está en pleno postparto. Acaba de dar a luz, es más que probable que tenga puntos de pisiotomía o cesárea y se encuentra asimilando su nuevo papel como madre.
Estos primeros cuarenta días después del parto se conocen con el nombre de puerperio y se supone que es el tiempo que la mujer tarda en recuperarse físicamente del parto, después se realiza una revisión con la matrona o la ginecóloga, para confirmar que todo está bien.
Pues bien, en estas primeras semanas, tanto la mamá como el pequeño o pequeños necesitan tiempo para conocerse íntimamente, sin interrupciones ni preocupaciones. La lactancia todavía no se ha establecido y será necesario dedicarle muchas horas. Será un placer pues, tumbarse junto al bebé y simplemente observarle, fijándose en cada uno de sus detalles como sus diminutos deditos, sus piececitos, sus pliegues, sus piernecitas, la espaldita, etc.
La madre también podrá disfrutar oliéndolo, con ese olor característico que tienen los bebés, además de acariciar su piel y darle muchos besitos.
Sin duda es un momento muy importante para ambos, pero tampoco debemos dejar de lado al padre. Este debe formar parte, siempre que pueda, de esta pequeña luna de miel tratando con dulzura y cariño a su mujer y suponiendo para ella su mejor ayuda y apoyo.
La mujer agradecerá la presencia y apoyo de su pareja. Aunque no lo parezca, el papel de padre también es muy imporante en este momento tan imporante para la vida de la mujer y del pequeño.