Muchos padres siente, sobre todo entre los dos y los cuatro años, que sus hijos son como «pequeñitas bombas a punto de explotar», pues cuándo y dónde menos se lo esperan, sus hijos comienzan con unas rabietas que rozan el extremo. Además, se producen en los lugares menos esperados y el momento más inoportuno, seguor.
Por eso, hablaremos hoy de este tema, para tranquilizar, en la medida de lo que podamos, a todos los padres y madres que nos leen… y a los que desde aquí les damos las GRACIAS.
Es cierto, que las rabietas dependen en gran medida del temperamento del niño. Los que de bebés lloraban mucho y eran difíciles de calmar, pueden tener más rabietas entre los dos y los cuatro años.
Cuando la rabieta se ha producido, es imporatne que los padres mantengan la calma, o al menos intenten, en todo momento. Debemos tener siempre presente que si los niños ven que con la rabieta y ese comportamiento, los adultos flaqueamos, ellos aprovechan para alargar esta situación, con lo cuál mucha CALMA y hasta un pelín de INDIFERENCIA.
Debéis pensar, en relación con lo anterior, que aunque las rabietas y pataletas parecen eternas, el desgaste físico y emocional de los peques es tan grande que no suelen durar más de media hora y se reducen a cinco o diez minutos si mantenemos la misma actitud.
Los adultos que estén al cuidado de estos niños deben ponerse de acuerdo para actuar siempre de la misma manera ante estas rabietas y seguir las mismas normas y comportamiento, normas que deben ser siempre pocas y muy claras. Mantener esta actitud es también una forma de educación, enseñando a nuestros hijos a que no siempre se pueden salir con la suya y que, desde luego, ese no es el camino.
Si es cierto que son nociones básicas y quizás algo generales, pero es un buen comienzo. En posts posteriores, ampliaremos algunas informaciones de las mencionadas anteriormente, puesto que nos parece un tema interesante y también preocupante por parte de los padres.