La respuesta es NO, en principio. Los dientes de leche generalmente deben  caerse solos, ya que la presión que ejerce el nuevo diente es la que se  encarga de que se caiga el diente de leche. Sólo haremos una excepción cuando el diente está  prácticamente suelto, a punto de caerse, e incluso molesta para que el  niño coma o hable adecuadamente. Si ves que no se lo puedes quitar fácilmente sólo con la mano, desiste del intento, no es el momento.
A partir de los seis años de edad es cuando a los niños se les empiezan a caer los  dientes de leche empezando por los incisivos inferiores centrales y así  hasta los 12 años hasta completar la renovación de todas las piezas  dentales. Aunque hay casos en los cuales puede comenzar de forma  prematura, a los 4 años o todo lo contrario, a los 8 años. Desde el  momento en que el diente comienza a moverse hasta su desprendimiento  total, pueden pasar algunos meses.
Las técnicas que se empleaban antaño, como por ejemplo atar la  típica cuerdecita al pomo de la puerta y al diente y cerrarla… no suele son adecuadas, ya que el diente todavía puede  estar bastante anclado y puede hacer daño al niño e incluso producirle  una herida que se puede infectar. Además del terror que le puede dar al  pequeño ante tal ceremonia! Lo mejor es que cuando esté bien suelto, sea el  niño quien se lo quite, ya que él sentirá si le duele todavía o no.
Como norma general, es el odontólogo quien debe valorar si hay que extraerlo o dejar seguir el curso de la naturaleza. La mayoría de dientes de leche, hasta el 99%, suelen caerse solos, el uno por ciento restante son aquellos dientes de leche que, aun apareciendo el nuevo no se cae, entonces es cuando hay que acudir obligatoriamente al dentista.
Después aparecerá nuestro ratoncito Pérez, que intercambiará el diente por algún pequeño regalo, esta tradición tiene una base muy lógica, se trata de calmar el posible trauma o dolor que puede suponerle al niño la pérdida del diente.