• Qué son las rabietas.
Las rabietas son una forma de expresión emocional frecuente en los niños, para demostrar su ira, enfado y/o frustración ante los límites que encuentran al intentar desplegar su voluntad.
Son un fenómeno normal a los 2-3 años y van desapareciendo con el crecimiento, de modo que, a los 5 ó 6 años, los niños han desarrollado otras habilidades que les permiten prescindir de ellas.
Físicamente, consisten en episodios de unos minutos de duración, durante los que el niño llora, grita, se congestiona, patalea, propina golpes a todo lo que esté a su alcance, pudiendo, incluso, llegar a dañarse a sí mismo (golpeándose la cabeza, arañándose, etc.) o a los demás. También puede insultar y decir palabrotas.
• Origen de las rabietas.
Alrededor del segundo año, empieza la época en que aparece el “mío”, “solo” y “no quiero”.
El niño comienza a mostrar autoafirmación y deseos de independencia con falta de lenguaje. Estos deseos chocan, en ocasiones, con la intervención de los adultos, bien porque haya que ponerles límite, bien porque no es pertinente en ese momento darle lo que quiere. La frustración que esto genera y la dificultad que el niño tiene para expresarlo con palabras, puede desembocar en el enfado y/o la rabieta. Los niños pequeños expresan casi todo con el cuerpo.
Por otra parte, en la edad de aparición de las rabietas, los niños no distinguen aún lo que está bien de lo que está mal. Las normas que regulan la convivencia no las tienen incorporadas y no sirven de moderadoras de sus impulsos.
Hay además una serie de factores educativos que facilitan la aparición de las rabietas: la incongruencia en la educación (que los padres digan cosas diferentes entre ellos o según el día y la hora) y la falta de limites o normas, que recompensan la rabieta, al darle lo que quiere para que se calle. Finalmente factores como el sueño, el hambre o el cansancio también las favorecen