Muchas veces piensan los padres que no es productivo llevar a sus hijos bebés o a partir de dos años de edad al teatro porque piensan que no lo van a entender o que se van a aburrir. Pero se olvidan que detrás de esa pequeña personita se esconde un espectador de expeción.
Debemos tener presente que el teatro no es tanto para entenderlo como para vivirlo y los niños viven y sienten muy intensamente. De hecho, incluso los bebés son grandes espectadores.
La mayoría de estas obras de teatro duran entre 25 y 30 minutos y recrean el universo de los más pequeños como sus emociones, actitudes y relación con los adultos. No existe un formato definido para ello, desde poesía, drama, comedia, etc.
Se recomienda no interrumpir sus emociones, es decir, si como espectador le apetece llorar o reír no debemos interrumpir sus emociones.
Se recomienda que se coloquen cerca del escenario así no pierden detalle de lo que allí sucede y viven más intensamente las actividades e interpretación.
Si el niño no es un bebé, a la salida del teatro, podemos decirle que nos explique un poco lo que ha visto y que nos intente transmitir sus emociones y su impresión. Así practica también el lenguaje y la interacción con los padres.
Si el niño es un bebé, aunque no le podamos preguntar y no nos pueda transmitir lo que siente,no significa que no lo haya hecho. Además, ya se sabe que los niños son como una esponja.
El teatro, hoy día, es un entretenimiento de lo más rico y saludable para el enriquecimiento de nuestro hijo. Si teneis oportunidad de hacerlo, llevarlo y veréis como mejora también y estrecha lazos con la relación entre los padres y el pequeño.